domingo, 10 de marzo de 2013

Síndrome Metabólico, y por qué no?


El síndrome metabólico podría suponer el principio del fin, ya que se encuentra estrechamente relacionado con la enfermedad cardíaca y se origina al presentar tres o más de los siguientes signos:

  • Hipertensión arterial: 135/85 o valores superiores
  • Glucemia elevada
  • Trilgicéridos altos
  • Bajos niveles sanguíneos de colesterol bueno o HDL
  • Obesidad abdominal: más de 101cm e hombres y más de 89cm en mujeres.
Y que origina este síndrome? Todavía siguen buscándose las causas, pero entre los desencadenantes se encuentran la disminución de la actividad física y una mala alimentación. 

Respecto al primer factor todos sabemos que debemos llevar una actividad física activa y programada para evitar que nuestro cuerpo se vuelva una estructura rígida, débil, fofa, en definitiva tod@s sabéis a lo que me refiero, pero no es el campo que dominamos, se lo dejamos a l@s profesionales licenciad@s en actividad física y deporte para que ellos den las recomendaciones oportunas.

Ahora si vamos de lleno a hablar de alimentación, dietética, hábitos, pero sobre todo de la importancia de alcanzar objetivos razonables con una correcta planificación.

Si atendemos a los signos que definen el síndrome metabólico y no fuéramos auténticos expertos en nutrición, nos plantearíamos lo siguiente: 
  1. Hipertensión: alimentos sin sal, si somos un poco más listos además eliminaríamos alimentos con sal oculta.
  2. Hiperglucemias: fuera el azúcar, el pan, el arroz, la pasta nuestros enemigo (jajajaja).
  3. Triglicéridos y grasa elevada: fuera toda la grasa y procesados.
  4. Colesterol bueno bajo: toma mucho aceite de oliva.
Pues bien si intentamos introducir todo esto en un régimen estricto obtenemos que el paciente con síndrome metabólico se alimentará prácticamente de una dieta monótona de "lechuga y pechuga", todo esto convertirá en algo muy farragoso para comer todos los días, llevándonos a una monotonía de tal calibre que nos llevará a no alcanzar los objetivos propuestos.

La alternativa es bastante diferente, o por lo menos así lo planteo yo, después de ver los resultados que estamos obteniendo en el grupo de prevención cardiovascular de la Fundación Vicente Tormo, donde además de formar un estupendo equipo multidisciplinar, educamos a nuestros pacientes para ayudar a gestionar el cambio de chip necesario para su mantenimiento.

La importancia del tratamiento dietético reside en personalizar en función de los hábitos del paciente y no al revés, de manera que en un primer abordaje, merece la pena, para el éxito del tratamiento ser más flexibles con las comidas e introducir pequeñas correcciones que nos ayuden a avanzar en la consecución de objetivos reales, todo paso que demos hacia adelante por pequeño que sea debemos mantenerlo. Si estos pacientes comen con sal, os pregunto: no vale la pena reducir su consumo poco a poco? O disminuir los alimentos ricos en azúcares simples, sabiendo a que hora y en que momento pueden consumirlos en función de sus glucemias, o incluso utilizarlos como recompensa para a la vez que se eduquen ellos mismos con nuestras herramientas? O bien valorar el consumo de grasas y que autogestionen el consumo de aceite y derivados sabiendo que tienen un tope a lo largo de la semana el cual deben saber que si al llegar el viernes no les queda aceite o derivados para cocinar pasarán uno o dos días que lo notarán en falta, pero la semana siguiente lo gestionarán de otra manera? 

En definitiva como much@s de mis compañer@s comparten no es cuestión de eliminar, sino de gestionar, cuantificar y planificar. 

Otr@s habréis echado de menos referencias bibliográficas en este post, pero os traslado desde la experiencia del grupo de prevención cardiovascular que llevando el segundo grupo de este año, a mitad de programa más del 80% de los pacientes han logrado mejorar sus valores de tensión arterial, de perfil lipídico, así como de hemoglobina glicosilada y han reducido un 8% su peso.

Diferente es posible.

www.nutralab.es